Hoy, el trabajo que se venía desarrollando en forma independiente desde sus centros regionales, fue concentrado a través del Proyecto Nacional del INTA denominado «Humedales de la República Argentina: distribución, usos y recomendaciones co-participativas para una producción sustentable».
María Fabiana Navarro, bióloga investigadora del Instituto de Suelos y coordinadora del proyecto, en diálogo con Télam dio detalles del trabajo encarado por el organismo.
«El INTA decidió generar un proyecto nacional que permita unificar los distintos trabajos que se hacían en las regiones», explicó Navarro a manera de presentación del proyecto del organismo.
La labor del INTA se dividirá en dos pilares fundamentales. El primero, el mapeo de humedales permitirá, a través de datos satelitales de más de 30 años y actuales, establecer la exacta extensión, ubicación y evolución de estos ecosistemas dinámicos.Esto permitirá a productores, investigadores y analistas agroeconómicos contar con un mapa a nivel nacional de humedales y de sus usos.
Con esta herramienta, se podrá establecer de manera fidedigna su distribución en el territorio nacional y establecer el uso productivo que se le da a cada uno en particular, con el fin de definir parámetros que permitan la intervención amigable en estos ambientes.
La tarea de mapeo será la base para elaborar el otro cimiento del proyecto, un conjunto de Guías de Buenas Prácticas, tendientes a optimizar la actividad productiva en cada tipo de humedal del país, minimizando los impactos ambientales.
Las Guías «serán una herramienta para que el productor pueda producir sustentablemente, conservando los servicios ecosistémicos que tiene el humedal», explicó Navarro. «Son herramientas que, eventualmente, permitirán también agregarle valor a la producción», afirmó.
Este valor agregado puede verse reflejado, por caso, en los acuerdos comerciales internacionales que contienen cláusulas que obligan a la certificación en origen de los procesos productivos de las mercaderías. La implementación de estas buenas prácticas puede allanar el camino para dicha certificación.
El proyecto del INTA tiene como objetivo encausar las actividades productivas para mitigar su impacto desde el conocimiento de los recursos, desde las experiencias del organismo, de las universidades, de las organizaciones no gubernamentales y de los productores.
«Cuando se tiene un ecosistema sano, se tiene una producción sana», remarcó Navarro, y enfatizó que «es inviable producir no sustentablemente porque en pocos años el sistema productivo decae y deja de ser rentable, con más costos que beneficios».
Por otro lado, adelantó que actualmente se están planificando las Mesas de Acuerdo entre los distintos sectores para la discusión y elaboración de estas guías que, según sus estimaciones, estarán disponibles hacia fines de 2022.
«Los conocimientos están, tienen que ser compilados, consensuados y luego plasmados en una guía para distintos sistemas productivos en las regiones», precisó.
Tanto las Guías de Buenas Prácticas como los mapas tendrán actualizaciones periódicas, y serán de acceso público.