Opinion por Luis Maria Alonso
Soberbia, altanera y arrogante, esa mujer nacida en una ciudad de diagonales y tilos, en un barrio de clase media baja o media, fue una hija natural, de madre soltera. Un verdadero escándalo para la familia, en una época (década de 1950), donde quedar embarazada de soltera era un pecado mortal que jamás podría ser perdonado.
Cuando tenía seis años dejó la pobreza de la familia de su madre, para convertirse en una niña de clase media, ya que el esposo de su mamá tenía un colectivo, algo que en esa época era un signo de riqueza. Nunca se supo si ese colectivero fue su padre biológico o quien le dio su apellido. Un secreto que es guardado hasta el día de hoy bajo siete llaves.
Cursó la primaria en una humilde escuela pública y el secundario en un colegio privado católico. Su relación con chicas y chicos de clase media alta y alta durante la secundaria le hizo creer que vivía en un mundo lleno de placeres, cuando en realidad pertenecía a una familia de clase trabajadora con una madre empleada pública y un padre chofer de colectivo.
Ahí es cuando empieza a sentirse una mujer perteneciente a una clase social con estatus en la cual no tenía lugar, pero esa mujer creía que sí. Sus amistades de la época de escuela secundaria lo eran, ella no. Siempre buscó relacionarse con gente de la “HIGH SOCIETY”, creía que le daba prestigio. No soportaba ser hija de una familia trabajadora.
Ya en la universidad, estudiando derecho, esa mujer conoce a un flaco alto, de mirada extraviada, qua la vida no lo había bendecido con la belleza masculina, pero que su inteligencia la cautivó e hizo que nunca más se separaran. Él venía de la lejana Patagonia, traído por los fuertes vientos del sur. Compartían los mismos ideales peronistas, pero por diferentes caminos. Eso sí, nunca se jugaron enteramente por la causa.
Al día de hoy se sospecha si esa mujer se recibió de abogada o no. Nunca mostró su título y certificado de estudios, aunque ante el mundo siempre se presenta como una abogada exitosa. Ya instalados en la ciudad de Río Gallegos, su única obsesión era el dinero, no importaba como, el fin justificaba los medios.
En plena dictadura militar decidieron con su marido ignorar lo que estaba pasando. Eran peronistas, detenían gente sin causa, había centros clandestinos de detención, desaparecían personas, apropiaban hijos de detenidas embarazadas, pero esa mujer seguía haciendo dinero quedándose con propiedades de gente, que como consecuencia de la circular 1050 del Banco Central en la dictadura, no podían pagar sus créditos hipotecarios por las altas tasas de interés. Quería hacer política, para eso necesitaba dinero, como se lo confesó a un ex compañero de ruta, convertido luego en su adversario, ya que no pudo soportar tanta avaricia e indecoro.
Nunca se vio el nombre de esa mujer en una solicitada por la defensa de los derechos humanos en esa época, tampoco su firma en la presentación de habeas corpus. Su esposo también brillaba por su ausencia. Prefirieron cobijarse bajo las alas de la dictadura.
La política la llevó a ocupar cargos de diputada provincial, diputada y senadora nacional. En 2007 llegó a la presidencia de la nación, siendo reelegida en 2011. Allí mostró más que nunca su autoritarismo, su obsesión por el poder, su soberbia, sintiéndose Dios. Llegó a decir que hay temerle a Dios, pero un poco a ella también. Su bipolaridad psíquica hizo que su actitud al querer ir por todo, instalara la grieta que la Argentina había dejado atrás, más allá de las diferencias en el campo político.
Fue defensora a ultranza de Menem y Cavallo, luego su detractora. Nunca defendió los derechos humanos, después se consideró la abanderada de los mismos. Habla de pobreza, cuando sus zapatos jamás pisaron el barro de una villa de emergencia. Habla de justicia, cuando en realidad desea impunidad para ella. Los medios independientes son un clavo en el zapato. La libertad de expresión sólo es válida si los micrófonos, las páginas y las cámaras hablan bien de ella. Desea en la intimidad aunque no lo diga públicamente, convertir al Frente de Todos en partido único.
Maltrata a propios y extraños. Boludo y pelotudo, son dos términos, que se los dice a muchos de sus partidarios y colaboradores. Esa mujer maleducada e impertinente, cree ser dueña absoluta de la verdad. La corrupción la tiene acorralada. Los pasillos de los tribunales la tienen como una visitante asidua. En sus paredes retumban sus argumentos queriendo defenderse de lo indefendible. Hasta ahora los jueces y sus fueros la están salvando de que tenga que cambiar su domicilio. De su piso de la Recoleta a la celda de la cárcel de mujeres de Ezeiza.
Pone y saca funcionarios. Como vicepresidenta ostenta el poder del presidente. Todo pasa por ella. Diría: el poder soy yo. Es abogada exitosa, se considera una arquitecta egipcia. Su desmesurado crecimiento económico desde que llegaron desde el sur, no tiene explicación alguna. Mientras la Argentina cae económicamente, ella disfruta de su fortuna mal adquirida. Las grandes marcas de ropa, alhajas y zapatos irrumpen en su vestidor. Nunca nada de La Salada, ese lugar no es para ella. Hablar de pobreza con un tapado de cuatro mil dólares, es la burla hacia una sociedad que asiste al espectáculo político más bizarro que hemos tenido. Si Federico Fellini viviera no se privaría de filmar la vida de esa mujer. Esa mujer llamada Cristina Elizabeth Fernández viuda de Kirchner. ¿Cuál sería el título del film? ……..