No ver la realidad

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Nota Opinion Luis Maria Alonso

De acuerdo a la Real Academia Española el término realidad significa la
existencia verdadera de algo o alguien. Cosa que existe en el mundo
real. La realidad mirada por el gobierno nacional es totalmente ficticia e
irreal. La durísima derrota del 12 de septiembre no logra aún despertar
a un presidente sin vuelo propio, sin autoridad, sin una visión
verdaderamente autocrítica. Un presidente desdibujado, manejado por
una vicepresidenta que ejerce un poder de facto, en un país
acostumbrado a un fuerte presidencialismo, que ahora pasó a ser una
nación donde todo pasa por la vicepresidencia.
La guerra interna del oficialismo estalló de una manera cruenta. No
asumen la derrota. Las culpas se reparten entre ellos. La autocrítica es
totalmente superficial. Cristina muestra con sus gestos el desagrado
que le provoca Alberto, alguien que ella misma eligió para ese cargo. No
lo soporta. El poder la obnubila. Todo debe pasar por ella. La nueva
composición del gabinete nacional es el reflejo de sus deseos.
Un jefe de gabinete acusado de fraude y misoginia, un ministro de
seguridad acusado de proteger barras bravas del Club Quilmes cuando
fue su presidente e implicado en el contrabando de efedrina y el triple
crimen de General Rodríguez, un ministro de relaciones exteriores sin
antecedentes en la materia y sin ningún manejo de idiomas extranjeros,
un ministro de educación con antecedentes en la materia pero que
avaló la destrucción del sistema durante la pandemia. Un gabinete
donde algunos de sus miembros se mantienen en la cuerda floja
tratando de llegar hasta el 14 de noviembre, pero que luego
seguramente serán reemplazados. Guzmán habla bien de Cristina, pero
ésta lo detesta. Así es el gabinete, mediocre e impresentable en
muchos casos.
Las nuevas medidas después de la derrota electoral marchan por el
camino equivocado. Atrasan, no adelantan. La demagogia es el camino
elegido. La dignidad de las personas la compran con heladeras,
lavarropas, bicicletas, cocinas, más planes sociales, pero no se dan
cuenta que en el cuarto oscuro los ciudadanos son libres y ejercen ese
derecho. Los resultados del 12 de septiembre mostraron que los
votantes están cansados, están hartos de las mentiras y los relatos
vacíos de contenido. Se cansaron de tanta prepotencia, de tanto
privilegio, de tanto encierro, mientras otros entraban y salían de la
residencia presidencial de Olivos, convertida en un salón de fiesta y
actividades varias, a la población la sometían a prohibiciones, violando
derechos fundamentales.
Así estamos a la deriva, sin rumbo, en medio de la tempestad, dónde
los responsables de gobernar creen que la república se arregla con
parches y en realidad Argentina es como un barco lleno de agujeros,
donde entra cada vez más agua y se hunde de a poco.
El capitán Alberto no sabe como salvar el barco y su vice vocifera fuera
de control haciendo que su imagen empeore día a día. Sus alocadas
propuestas echan nafta a un incendio que cada día se hace más difícil
de apagar. Habla de más déficit y más emisión monetaria, para una
economía fuera de control. La solución es más platita en el bolsillo de la
gente. Hay que salir a comprar votos. Así lo dio a entender el segundo
candidato a diputado nacional por la provincia Daniel Gollán, sin
ponerse colorado ante semejante opinión. Demagogia pura. Atraso total.
El intento por revertir el resultado electoral está volviendo a las
autoridades nacionales en un descontrol total. El fin justifica los medios.
Está en el ADN kirchnerista recurrir a los métodos más aberrantes al
momento de tomar decisiones. También arremeten contra los medios de
comunicación queriendo responsabilizarlos por la derrota. Cafiero llegó
a decir que los periodistas no repreguntaban a los candidatos de la
oposición, argumento disparatado. Uno de los varones del Conurbano
Mario Ishii, intendente de José C. Paz en un acto público dijo que la
ciudadanía algún día se va a levantar contra los medios, recibiendo los
aplausos del presidente Fernández y del gobernador Kicillof, dando un
aval a dichas declaraciones, poniendo una vez más de manifiesto que
esta gente no soporta la libertad de expresión y el periodismo
independiente. Sólo los medios adictos son los buenos.
La realidad no puede taparse con un dedo. Es implacable. Un millón de
chicos fuera del sistema educativo. Más de 1.700.000 personas se
cayeron de la clase media. Más de 115.000 muertos por COVID.
Inflación descontrolada. Miles de empresas cerradas y otras que se van
del país. La mayor desocupación juvenil de Latinoamérica. Aumento de
la pobreza e indigencia. Nada positivo. Manzur invoca a Dios, cuando
en realidad debería pedirle perdón por tantos malos actos llevados a
cabo.
Como lo dije al comienzo de esta nota, no ver la realidad, es algo que el
gobierno está haciendo. Las consecuencias pueden ser catastróficas. El
abismo está cerca. ¿Alberto y Cristina son inconscientes? Así parece.

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