Por Luis Maria Alonso
Hoy, recibimos esta editorial, escrita por un periodista dorreguense que hace mucho tiempo atras, casi una vida, se encuentra viviendo en la ciudad de La Plata.
Como es costumbre de este medio, todo lo que nos llega es publicado ya que vivimos y gozamos de una libertad de expresion que debemos cuidar.
Cuando este medio escribe una editorial, que muchos critican por no firmar, que a nuestro humilde entender no hace falta, ya que cuando somos nosotros los que escribimos y no ponemos nombre nos estamos haciendo cargo de lo que decimos como responsables del sitio, estamos expresando lo que nos parece, lo que creemos que no siempre es la verdad de todos sino la nuestra.
En este caso, como el de cualquiera que quiera hacerlo, ya que tiene las puertas abiertas y las lineas a disposicion, publicamos esta linea editorial de Luis Maria Alonso, vecino y periodista dorreguense.
«Durante los últimos casi 80 años, el peronismo o justicialismo, como se lo quiera llamar, ha sido uno de los principales protagonistas de la política argentina. Algunas veces para bien y otras muchas para mal. En su seno se han albergado personajes que circulaban por la extrema derecha o izquierda, pasando por el centro u otros andariveles del pensamiento político.
En los últimos días los problemas que Argentina sufre pasaron a un segundo plano, donde Milei y compañía ocupan un espacio menor en las noticias, superados por el justicialismo. Un justicialismo que siempre está dispuesto a llevar a escena actos aberrantes que dañan la moral pública.
Alberto Fernández cuya imagen y palabra fueron devaluándose a medida que fue ejerciendo la presidencia, se convirtió en el peor presidente de la historia democrática del país. Decía una cosa y hacía otra. Quería mostrar autoridad y su patética conducta demostraba que carecía de poder.
Eso no le bastó. Su inmoralidad llegó a límites extremos. Un caso de corrupción como los seguros que contrataba el Estado para distintas dependencias, la justicia terminó descubriendo un caso de violencia de género ejercido por el primer magistrado de la nación contra su pareja Fabiola Yáñez. Él que en muchas oportunidades se declaraba como el primer feminista y denostaba al machismo, termina siendo esclavo de sus palabras.
Creó el Ministerio de la Mujer. Ministerio que miró hacia otro lado, cuando su mujer pedía auxilio por los maltratos cotidianos sufridos. Una secretaria privada del presidente Maria Cantero que recibía mensajes de Fabiola donde le manifestaba los hechos de violencia que padecía por parte de Alberto Fernández, y ella como mujer decidió ignorarlos y no denunciarlos y condenarlos como mujer. Claro, lo más importante eran los negocios turbios de su esposo como brockers de seguros con el estado siendo amigo íntimo del presidente.
El feminismo tiene dos caras de acuerdo a las conveniencias de cada uno. La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, máxima responsable de llevar a Alberto Fernández a la presidencia, se manifestó de una manera ambigua, autorreferencial como siempre, sin hacer una defensa de la víctima como corresponde. Otras mujeres del peronismo como Mayra Mendoza, Juliana Di Tulio o Anabel Fernández Sagasti se manifestaron de una forma confusa sin críticas hacia el agresor. La violencia de género es violencia ejerza quien la ejerza. Para otros no. Eso se denomina memoria selectiva, como así también hipocresía. Se apoderan de un tema, convirtiéndose en abanderados del mismo, pero no haciendo nada. Como de costumbre el peronismo protege a personas impresentables. Alperovich condenado por abuso de una sobrina, Espinoza intendente de La Matanza denunciado por acoso sexual, siguen siendo ejemplos de impunidad interna dentro del partido justicialista. Cristina mantiene un silencio atronador, que termina siendo un silencio cómplice.
Hipocresía, esa es la conducta que caracteriza a muchos que hablan de violencia contra las mujeres. Alberto Fernández es un claro exponente. Tampoco tuvo respeto por la embestidura presidencial, convirtiendo el despacho presidencial de la casa de gobierno en un prostíbulo, donde distintas visitas femeninas eran cortejadas por un presidente más preocupado por sus instintos amorosos que por los problemas que padecía el país en plena pandemia. Quizás estaba más preocupado por su virilidad, que por conseguir las vacunas contra el Covid-19, mientras muchos fallecían por esa enfermedad.»
La actualidad nos sorprende permanentemente. Durante la campaña presidencial que llevó a Bill Clinton a la presidencia de los Estados Unidos, el principal slogan era: es la economía estúpido. En Argentina cada vez que se produce un escándalo, ocupando las primeras planas de la información, debemos decir: ES EL PERONISMO, ESTÚPIDO!!