Por Adrián Luciani para La Nueva
Mientras trata de sanar sus heridas, Bahía Blanca se encuentra ante el desafío de mitigar las inundaciones con un mix de acciones urgentes y soluciones a largo plazo.
La trágica inundación del viernes 7 no sólo puso en evidencia, de manera brutal, las graves falencias que registra la ciudad frente a eventos de esa naturaleza.
También dejó a la vista de todos los numerosos informes y advertencias profesionales que, pese a ser expuestos expuestos y planteados a lo largo de casi cinco décadas, jamás fueron escuchados.
Si bien no hay duda que la precipitación registrada días atrás superó cualquier cálculo previo, también es cierto que pudo ser incluso peor y que se necesitan acciones para morigerar sus efectos, buscando disminuir así el inevitable impacto sobre la población y la infraestructura existente.
Entre quienes más se abocaron al estudio de estas cuestiones y más insistieron en la necesidad de estar preparados se encuentra el ingeniero Juan Carlos Schefer.
En diálogo con La Nueva, el reconocido profesional insistió (una vez más) en señalar que las obras de conducción del arroyo Napostá (entubado y canal Maldonado) fueron diseñadas con parámetros que hoy resultan insuficientes, lo que hace imprescindible avanzar en soluciones estructurales y de mantenimiento.
Señaló que la cuenca del arroyo abarca 1.440 km² y su cauce fue diseñado en 1947 para conducir hasta 300 m³/seg. de agua, escurriendo 40 m³/seg. por el cauce natural y 260 m³/seg. por el canal Maldonado.
Sin embargo, dijo que la lluvia reciente afectó principalmente la cuenca inferior, superando la capacidad de drenaje de las obras existentes.
Schefer detalló que el diseño original de estos canales fue establecido por la Dirección de Hidráulica de la Provincia en 1947, tras evaluar estadísticamente los datos disponibles de lluvias.
“Estos 300 m3/seg. surgen de lo propuesto por la Dirección de Hidráulica de la Provincia en el año 1947, cuando se replantea la inundación de la ciudad por lluvias del orden de 160 mm en TODA la cuenca”.
Dijo que el ingeniero Felix Langmann, quien fuera el jefe de Estudios y Proyectos, analizó los pocos datos disponibles estadísticamente de las lluvias y tomó para su diseño una lluvia de 95 milímetros en TODA la cuenca, con un tiempo de recurrencia de 10 años.
“Y dijo ´que si la capacidad asignada a las canalizaciones resultara insuficiente quedará para el futuro el recurso de regularizar las crecientes por medio de un represamiento en Puente Canessa’. Esa lluvia en toda la cuenca arrojaba un caudal máximo a escurrir de 300m3/seg.
“Previamente –agregó Schefer–. había presentado el proyecto de canalización y limpieza del cauce del arroyo desde la calle Brandsen hasta su desembocadura, asegurando que pudiese conducir 40m3/seg. Por ello, diseña el canal Maldonado para 260m3/seg. Entre ambos conducían los 300m3/seg”.
En tal sentido, subrayó que las obras fueron diseñadas para una lluvia muy inferior a lo que ahora padeció la ciudad y toda la cuenca baja.
“Recalco aquí que la lluvia solo fue en la cuenca inferior esta vez. Las obras de conducción en un arroyo de las características del Napostá requiere considerar como mínimo una tormenta de 200 años de recurrencia.
“Si hubiese repetido lo acontecido en marzo de 1933 y abril de 1944, con lluvias en TODA la cuenca la catástrofe sería inmensamente mayor”, advirtió.
Según el especialista, queda claro que es posible la ocurrencia de lluvias en la cuenca muy superiores a las que tomó Lagmann y que las obras proyectadas no alcanzan.
“Queda claro que es urgente que se realice la obra de retención aguas arriba. Y queda claro que las capacidades de las dos obras existentes no alcanzan para estos eventos”, argumentó.
Tres medidas claves a tomar
Ante este panorama, señaló tres puntos críticos que deben abordarse de manera urgente:
–Construcción de una obra de retención aguas arriba: “El dique Canessa es una infraestructura fundamental que permitiría contener los excesos de caudal en situaciones de lluvia extrema”.
–Recuperación del canal Maldonado: A su entender, este sistema de drenaje presenta signos de deterioro severo, y su capacidad se ha visto comprometida.
“Exhibe una destrucción muy difícil de recuperar. Se debe analizar la posibilidad de aumentar su capacidad, ya sea por ensanche tomando media calle de cada lado o bien, como ocurre en muchos países con ríos de alta escorrentía, construyendo a la altura de los cordones laterales de las calles laterales sendos muros de hormigón”, precisó.
–Revisión del entubado del Napostá: “Queda para considerar la gran limitación al aumento de la escorrentía que provocó el entubado. Creo que, como sucedió en algunos lugares de Europa, que sufrieron dramáticas inundaciones, se debería pensar en recuperar el cauce natural con las dimensiones máximas posibles.
“Los planificadores urbanísticos deberán estudiar las alternativas. Pero eventos de este tipo, que pueden repetirse, requieren de drásticas decisiones”, opinó.
Otras medidas complementarias
Además de estas soluciones estructurales, otros especialistas consultados señalaron medidas complementarias que podrían implementarse para reducir el impacto de las lluvias intensas:
–Mejora en el drenaje urbano: La obstrucción de la boca del entubado en el puente Casanova, producto de ramas y residuos, agravó el desborde en la zona del Paseo de la Mujer y la calle Urquiza. En tal sentido, se sugiere ampliar la cantidad de bocas de tormenta y mejorar el sistema de captación de aguas pluviales.
–Parques lineales inundables: Estos espacios funcionan como zonas de amortiguación durante crecidas y pueden ser una solución viable en determinados sectores de la ciudad.
–Creación de un Departamento de Hidráulica municipal: Se propone la conformación de un organismo que recopile estudios hídricos existentes y planifique soluciones de largo plazo.
–Planificación urbana y control de loteos: La expansión descontrolada de barrios en zonas de riesgo, como Tierras Argentinas, ha contribuido a aumentar la vulnerabilidad de la ciudad.
Por eso se recomienda mayor control en la zonificación y nuevos desarrollos.
–Mantenimiento continuo de la infraestructura existente: Muchos desagües y bocas de tormenta están obstruidos por falta de mantenimiento. Un monitoreo constante evitaría la acumulación de residuos y mejoraría el drenaje en días de lluvias intensas. Otros incluso fueron más lejos aún, impulsando la necesidad de canalizar las aguas hacia sectores no poblados.
–El rol de la comunidad: Más allá del tan mentado Cambio Climático, lo cierto es que las inundaciones en Bahía Blanca han sido un problema histórico, y los eventos climáticos extremos seguirán ocurriendo en el futuro.
Y mientras las soluciones definitivas requieren estudios, proyectos e inversiones de largo plazo, también hay acciones inmediatas que podrían reducir los riesgos.
En ese sentido, los especialistas resaltan que la ciudadanía también tiene un rol clave en la prevención de inundaciones.
«Nuestro sistema de bocas de tormenta es malo y, sobre todo, no se mantiene», afirmó un profesional consultado.
Además, agregó que el mal manejo de residuos agrava la situación.
«Es común ver cómo se acumulan bolsas de basura en las bocas de tormenta cercanas al entubado del Parque Boronat y Brandsen, lo que impide el drenaje adecuado».
Se insiste en la importancia de generar conciencia sobre el cuidado del espacio público y la necesidad de evitar conductas que perjudiquen el sistema de drenaje de la ciudad.