SCALONI: EL ESPEJO DONDE MUCHOS POLÍTICOS NO QUIEREN MIRARSE (OPINION)

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POR LUIS MARIA ALONSO

Las comparaciones suelen ser odiosas en muchos casos. En este momento donde las conductas de los actores políticos quedan expuestas en forma inmediata por la rapidez de las comunicaciones, vemos actos indignos que nos llenan de vergüenza. Declaraciones verborrágicas de nuestro presidente, discursos de diputados y senadores que demuestran un nivel de decadencia lamentable, funcionarios y ex funcionarios no aptos para el cargo que ejercen y ejercieron, falta de autocrítica y un nivel de soberbia y arrogancia (Cristina Kirchner por ejemplo) que no les permite ver y analizar la realidad desde una mirada equilibrada. 

Argentina está atravesando un momento histórico, donde las oportunidades de salir de este laberinto  traumático para convertirse en un país normal, se van acabando. Es ahora o nunca quizás. La clase dirigente debe reflexionar.

La selección nacional de fútbol está dando cátedra no sólo a nivel de juego dentro de la cancha, sino fuera de ella. Su máximo conductor Lionel Scaloni en cada palabra, en cada gesto, en cada mirada está marcando el rumbo que conduce al éxito. Éxito que se va consiguiendo a cada paso.

En un comienzo nadie confiaba en él. Un desconocido que arribaba a un cargo no menor, director técnico del seleccionado nacional. No habló de más. Empezó a trabajar y sus frutos fueron dándose sin necesidad de mostrarse como alguien único. Sabe trabajar en equipo, transmite humildad, sabiduría e inteligencia. Maneja al grupo con disciplina, no permite actos infantiles o de indisciplina dentro o fuera del campo de juego. Ganó dos Copas Américas, una finalísima en el mítico estadio de Wembley de Londres contra Italia, un mundial de fútbol,  y acaba de clasificar a la selección al próximo mundial de 2026. En Qatar tuvo una reacción después del partido con Francia digna de todo elogio, no saltó, no gritó, no fue el centro de los festejos, lo dejó para los jugadores. Lloró como un niño de emoción, abrazándose a los íntimos, sin importarle los flashes y las cámaras. Que paradoja, la AFA con un presidente impresentable, la selección con un entrenador excelente que convirtió a este equipo en el mejor de todos los tiempos, superando a Menotti y Bilardo.

Scaloni es un espejo sin manchas, donde muchos no quieren mirarse. Mientras el presidente lanza epítetos fuera de lugar contra los que no piensan como él, Scaloni contesta con altura a los dichos de Raphina antes del partido del martes pasado (“vamos a darle una paliza a Argentina”), poniendo de manifiesto que no le interesan los escándalos mediáticos. Habló de lo grande que es Brasil en el fútbol internacional. Después del partido fue y abrazó a Raphina. Dialoga, no grita, no protagoniza escándalos, su perfil es bajísimo. El epicentro son los jugadores.

Muchos dirigentes políticos hablan maravillas del entrenador de la selección, pero imitarlo jamás. Los espejos se inventaron para vernos. Sería bueno que hubiera cuadros con la imagen de Lionel Scaloni en la Casa Rosada, en el Congreso y en el Palacio de Justicia. De tanto mirarlos, muchos quizás cambiarían sus conductas e intentarían imitarlo. De esa forma empezaríamos a transitar otro camino. La Argentina lo necesita. Siento que ésta es una de las últimas oportunidades. Scaloni está marcando el camino. Sólo falta seguirlo.

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