FIV: Ya se hace en Bahía un estudio esencial para detectar anomalías en los embriones

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Con el Diagnóstico Genético Preimplantacional, las chances de lograr un embarazo a término por medio de la Fertilización in Vitro (FIV)  trepan a un 70 por ciento, logrando así evitar la transferencia de embriones con alteraciones incompatibles con la vida.

Ansiedad, depresión, angustia y tantos sentimientos más se ponen en juego en la vida de una pareja que persigue el sueño de ser padres, llevando a cabo tratamientos que conllevan un alto valor emocional y financiero cuando el embarazo tan deseado no llega.

Pero, con el paso del tiempo, los progresos de la ciencia y la capacitación médica colaboraron también con el avance en la concreción de estos anhelos.

Tal es el caso del Centro de Fertilidad Ameris de Bahía Blanca, quienes realizaron este año una fuerte inversión en una incubadora de última generación y comenzaron a implementar un estudio clave para avanzar en el éxito de estos tratamientos: el Diagnóstico Genético Preimplantacional (PGT-A, por sus siglas en inglés).

La incubadora, que llegó desde Dinamarca, mejora significativamente el ambiente donde se cultivan los embriones, logrando potenciales de implantación superiores y más y mejor calidad de embriones para las parejas que están atravesando un tratamiento de fertilidad asistida.

«Por el lado del estudio genético, se trata de una especie de ‘filtro’ que nos va a permitir detectar los embriones que son genéticamente normales (llamados euploides) y los anormales (aneuploides), porque vemos que muchos, morfológicamente parecen tener potencial de implantación, pero que genéticamente no lo son. Estos embriones o no embarazan o embarazan y producen abortos tempranos», relató Santiago Giordana, bioquímico con especialización en Embriología y asesor científico de Ameris.

Las consecuencias de transferir a las pacientes embriones sin la realización de este Diagnóstico Genético Preimplantacional son devastadoras: un gran impacto emocional ante los resultados negativos o de un aborto espontáneo, la pérdida de tiempo y de dinero.

«Con este estudio, de antemano, sabemos cuál embrión es realmente apto para transferir y cuáles al ser anormales quedan fuera del tratamiento. Esto se puede hacer en pacientes de cualquier edad, con embriones congelados o inclusive pacientes de ovodonación, pero la recomendación toma más fuerza a partir de los 35 años, momento en que empezamos a ver alteraciones genéticas en los ovocitos que se transfieren a los embriones», agregó.

Además, Giordana recuerda que las mujeres nacen con todos los óvulos que tendrán durante toda su vida.

«A partir de los 36 años, casi el 50-60% de los ovocitos, si uno hace un análisis estadístico, van a presentar esas alteraciones y de los 42-43 años para arriba, casi el 90%. Es decir que si una mujer de arriba de 40 años va a hacer un tratamiento de fertilidad, sabemos que probablemente el 90% de los óvulos que saquemos tengan alguna alteración genética que va a ser transmitida a los embriones y con esta técnica podemos detectarlo. También es un estudio útil para aquellas mujeres que se embarazan naturalmente pero tienen abortos espontáneos, para revisar qué puede estar pasando. En algunos casos podemos sospechar de alguna alteración genética o enfermedades con mutaciones puntuales que se vienen pasando de generación en generación»

Doctor Guillermo Ponce

Según el especialista en Medicina Reproductiva y director de Ameris, doctor Guillermo Ponce, cuando se hace el Diagnóstico Genético Preimplantacional, con los embriones que se transfieren y que están estudiados genéticamente, «la tasa de embarazo sube a cerca del 70 por ciento».

«La razón es clave: el porcentaje de éxito sube porque transferimos un embrión genéticamente sano. Cuando la transferencia se concreta sin este estudio, la tasa de embarazo baja al 35-40 por ciento porque muchos de esos embriones tienen anomalías genéticas graves que son incompatibles con la vida. Justamente, como dijo Santiago, las patologías genéticas menos graves, como por ejemplo la trisomía del Par 21 que también se diagnostica y es compatible con la vida, pasa este filtro del estudio, pero el problema radica en aquellos embriones que no se van a implantar o se van a abortar precozmente con toda la carga emocional, afectiva y económica que eso genera en la pareja».

Además, Giordana aclaró detalles sobre el tema del sexo del bebé, algo que muchas mujeres piensan que es a elección.

«Siempre se va a elegir transferir el embrión que mayor potencial de implantación tenga. Una paciente no puede venir y decir que quiere que le implanten un embrión mujer o varón, acá se elige desde lo morfológico el que tenga más chances de llegar a término y recién en ese momento, si la paciente lo desea, le podemos decir cuál es el sexo del embrión que estamos transfiriendo. La única manera de que hagamos una selección previa es cuando se presenta alguna patología genética transmisible ligada al sexo», destacó.

La biopsia del embrión se efectúa en el laboratorio de Ameris ubicado en el Hospital Privado del Sur y luego se reenvian las muestras a Estados Unidos para su posterior análisis. 

«Ameris efectuó un convenio con la empresa Igenomix, que tienen sedes en todo el mundo, se analizan las células que se extrajeron del embrión en el quinto o sexto día de desarrollo y que, cabe aclarar, en el proceso no sufre ningún daño. La empresa las retira personalmente con un alto protocolo de seguridad y algo para aclarar -porque existen muchos miedos en torno a este viaje- es que los embriones no se mueven del laboratorio en Bahía Blanca, aclaramos para tranquilidad de las familias, que solo viajan las células biopsiadas», aclaró Ponce.

Ambos médicos piensan que con estos tratamientos «no se está forzando a la naturaleza», que es un planteo que carece de validez.

«Es como tener una neumonía y no tomar un antibiótico. Tenemos las chances de poder llegar hasta acá con una tecnología que posiciona a Ameris como un centro que puede desarrollar y utilizar estos avances de la ciencia como cualquier país del primer mundo. La incubadora de última  generación, la suma del recurso humano con la inclusión de Santiago Giordana y de Ignacio Moreno en el plantel de profesionales y la ubicación geográfica de Ameris, convierten a este Centro de Fertilidad en un punto neurálgico en el sur argentino del que estamos muy orgullosos», cerró Ponce.

Por Laura Gregorietti para La Nueva

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